Hoy os acercamos al testimonio de Javier Garcerá Osca, padre de Moisés,
un menor autista. Como el mismo escribe, “Juntos pertenecemos al Patronato
Intermunicipal Francisco Esteve, de Paterna (Valencia)”.
Javier decidió, ante las circunstancias que vivimos,
redactar el siguiente texto, para hacer pública su indignación, hoy escuchada a
través de Rosa Sánchez, quien pone
voz al testimonio de un padre tremendamente luchador.
DISCAPACÍTATE.
Imagina, por unos minutos que eres
discapacitado intelectual.
Imagina el dolor y la incredulidad de
tus padres cuando se enteran de tu condición.
Imagina lo que los profesionales de
detección temprana les tienen que acompañar, consolar y luego, ilusionar para
que tus papás encuentren un camino de esperanza para ti. Imagina, ahora, que
ese buen hacer lo realizan profesionales que llevan meses sin cobrar.
Imagina que ya estás diagnosticado y
que, tanto en el parque, en un cole normal, en un bar, eres diferente.
Imagina el empeño de un profesor de aula
que invierte su saber en dibujar un camino para que salgan en ti todas tus
capacidades potenciales.
Imagina ahora que esa profesora se
devana los sesos en su casa por invertir en ti, y lo hace sin cobrar desde hace
cuatro meses.
Imagina que ya estás en tu clase con
otros niños, más o menos como tú, y que una persona, un educador o educadora,
se preocupa constantemente de tus pipis, tus cacas, tus babas, tus caídas….
Imagina que lo lleva haciendo
sintiéndose útil y satisfecho pero sin poder pagar el recibo de alquiler de su
familia.
Imagínate ahora sin poder respirar con
normalidad, sin poder deglutir alimentos si no son triturados, sin poder
moverte por ti sólo porque tus huesos y articulaciones están varadas en su
particular sueño. Imagina a la persona que sólo te mira a ti y a tus
posibilidades de movimiento, mayor o menor, para que puedas vivir sin llagarte,
sin autolesionarte. Serías entonces un gran afectado contemplando a su profe,
su educador, o su fisio, intentando garantizar tu seguridad.
Imagina que varias personas procuran en
tu clase colores, olores, sonidos, músicas relajantes, ausencia de ruidos y
estridencias.
Imagina que todos ellos pidan año tras
año volver a cuidarte y no cambiar de clase y…..sin cobrar durante 4 meses (por
ahora).
Imagina que en el comedor con tus
compañeros casi nadie puede comer solo, porque no sabe, no tiene movilidad o
porque cualquier alimento mal masticado te puede producir si no la muerte, un
ingreso hospitalario urgente.
Imagina que quien te cuida en el
comedor percibe un sueldo que para otros supone una compra de un capricho.
Imagínalos cuidando de ti en el
autobús… y sonriendo.
Imagínalos ahora compartiendo piso con
un compañero y sin la posibilidad de pagar el alquiler compartido porque…
tampoco cobran desde hace meses.
Imagina que tienes la dicha de poder
llegar a leer un poco, o a comunicarte con signos…. Imagina ahora que para
poder localizar tus ojos, tu boca, todo tu ser, un especialista se lleva a tu
clase a mister potato y… jugando, te comienzas a reconocer luego en un espejo.
Imagina que esa, tu identidad, ha sido dibujada por personas que, como las de
antes, no saben cuál será su porvenir laboral y, por supuesto, tampoco están
cobrando a día de hoy.
Imagina que te haces mayor de 21 años y
el cole ya no es tu sitio. Imagina ahora que el mundo al que has venido no
entiende que puedas trabajar, no entiende tu utilidad, tu productividad.
Imagina que un monitor sí cree en ti y te enseña a engarzar piezas o apretar
tuercas que te proporciona una empresa y que hacen de ti un productor
peculiar que recibe una gratificación, un pequeñito sueldo a cambio de una vida
laboral digna. Imagina ahora que esa empresa ya no te da tuercas que apretar.
Puedes seguir imaginando que tu
educador y todos los trabajadores de tu centro se reinventan a sí mismos y
piensan en reciclar cápsulas de nespreso para que puedas hacer cosas
bonitas.
Imagínalos ahora sin cobrar y con una
sonrisa en su rostro que no deja traslucir el desencanto.
Imagina que tus papás son tan mayores o
se fueron ya a la otra vida y que te llevan a un pisito, minirresidencia,
que te da cobijo, amor, abrigo, paz, seguridad… y que las personas que de
repente son tus referentes, no pueden apenas garantizarte el sustento, ni
siquiera saben si podrán procurar el sustento de sus casas, ni siquiera si
podrán seguir trabajando contigo.
Imagina que no tienes voz, que apenas
te comunicas con unos cuantos signos que te han enseñado a lo largo de tu vida.
Imagina que tu voz, tu letra, es tu
padre o tu madre o tus mamás o tus papás o tus abuelos o tus educadores.
Imagina lo que están luchando para que se te oiga, para que se sienta tu historia.
Imagínalos insultados en lo más hondo
de su ser cuando deben callar o ser políticamente correctos frente a señores
con trajes de Armani y señoras vestidas de Prada, que les dicen que para ti no
hay dinero.
Esta es la “marca Comunidad Valenciana”
Esto es solo parte de lo que ocurre en
los centros y entidades que se dedican a la Discapacidad intelectual en la
Comunidad Valenciana.
No tengo voz, soy autista, pero no soy
tonto.
Soy Moisés, tengo 15 años y dos papás
que prestan letra y música y voz a mi vida.
Imagina. Anda… ¡discapacítate por un
minuto o dos!
Gracias por caminar a nuestro lado desde el principio siendo
consciente de lo que los/as trabajadores/as apreciamos el mundo en el que nos
movemos y exigir con nosotros/as el Respeto y la Dignidad que todos/as
merecemos.
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