Hoy no me puedo levantar es el musical que nuestros compañeros/as del C.O La Costera (Xàtiva) fueron a ver a Madrid con 40 personas de las que asisten a su Centro. 5 de ellas se desplazan en silla de ruedas, lo que supuso toda una aventura.
Desde la distancia, intentan asegurar que los lugares a los
que van a asistir están mínimamente adaptados. Cuál es su sorpresa cuando lo de
“mínimamente” se convierte en algo tan imperceptible que deja de ser un viaje
común para convertirse en uno de multiaventura repleto de actividades de riesgo
como “escalering”, “bordilling”, “entrar en ascensoring”, “carro cross” ante
rampas de inclinación asombrosa. Tal vez apasionante para algunos/as, pero
desde luego no para quienes simplemente querían pasar unos días en la capital
disfrutando de la música.
Nos explican que mientras que tener una silla de ruedas eléctrica
puede dar más autonomía a las personas que las llevan, si los lugares carecen
de las condiciones adecuadas, las medidas esperadas y demás, dicha autonomía se
pierde de inmediato.
Indican la importancia de tener en cuenta algo tan sencillo
como la altura de los espejos en los cuartos de baños o la distancia a la luz
con apagado automático, para después ofrecerse “para valorar y probar la accesibilidad de cualquier sitio”.
Retomando aquella comparsa de Los Válidos
“Constructoras usureras,
concejales peseteros,
hagan de su corazón
un arquitecto.
Piensen en mí, piensen
en mí para próximos proyectos,
si no saben cómo, si
no saben cómo invitados quedan
a pasar un día, a
pasar un día
en mi silla de ruedas”
En su despedida nos dejan con una explicación muy sencilla
“Sólo pretendemos poder ver lo
que otros ojos ven,
Escuchar lo que otros oídos oyen
Sentir lo que otras manos sienten
En fin, sentir que somos uno más
en este mundo”
Gracias de nuevo por hacernos partícipes de vuestras vivencias
y ponerle voz a vuestras experiencias.
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